Todavía no se ha probado con exactitud ninguna de las teorías que hablan sobre los orígenes del gato persa, lo que sí es seguro es que fueron reconocidos como una raza aparte en el siglo 19 y que por ese mismo tiempo, llegaron a América provenientes de Europa.
Este gato de pelo largo puede aparecer en una amplia gama de colores. Su pelaje es grueso y generalmente propenso a los nudos. Para evitar este problema se necesita mantener un cuidado regular, incluyendo el cepillado y el baño. Cualquier enredo que no sea atendido puede dar lugar a infecciones molestas en la piel del gato.
Descrito como un gato dulce, el persa no es particularmente activo. A pesar de que disfruta de correr y jugar, va a pasarse una parte razonable del día durmiendo. Esto lo hace especialmente adecuado para vivir en un apartamento, ya que no requiere mucho espacio para hacer ejercicio. La naturaleza amable del persa también lo convierte en una buena opción para las familias con niños, aunque no siempre le gusta jugar del mismo modo que ellos juegan.
Los persas son muy leales a sus familias y les gusta quedarse cerca de ellos, haciéndolos menos propensos a desviarse o perderse. Sin embargo, algunos persas pueden ser tercos y mostrar resistencia, por ejemplo, al entrenamiento con la caja de arena. En ocasiones pueden ser propensos a ciertos problemas de salud, incluyendo la constricción fosa nasal, la condición ojo de cereza, el desbordamiento del conducto lagrimal, maloclusiones dentales, la enfermedad renal poliquística, entropión y la seborrea oleosa.